Oblitus Umbra
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La sede del nuevo legado maligno
 
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 La Búsqueda de lo Divino 1ª parte.

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El Umbrío.
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El Umbrío.


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MensajeTema: La Búsqueda de lo Divino 1ª parte.   La Búsqueda de lo Divino 1ª parte. Icon_minitimeVie Mayo 14, 2010 10:40 am

Tras el atardecer llegó la noche, y con ella, un terrible hecho sucedería en pocos instantes. Un paladín humano con armaduras relucientes cabalgaba lentamente por los estrechos caminos de Azshara, atónito por las bellezas de tales tierras, al igual, el misterio que escondían en ellas.

Una extraña sensación hizo presagiar al paladín de que algo no iba bien, a pesar de ello, continuaba en la fría noche de aquellos bosques otoñales. Unas viejas columnas en mitad del camino mostraban que tiempos antaños, existió algo o alguien allí... .
El paladín, poco antes de acercarse a las columnas, sentía como si alguien le observara. En un instante, aparecieron entre los arbustos dos extraños extrañas figuras entre la oscuridad de la noche, una elfa con el rostro pálido y un humano con pesadas armaduras. El paladín, observaba a ambos a la espera de un posible ataque, pero para su impresión, algo parecía acercarse entre la oscuridad de la noche, algo que pudo reconocer rápidamente tal paladín, era él, el Caballero Umbrío.
El paladín empuñó rápidamente su gran espada de luz, mientras que el ser oscuro, sacó su espada, Lhin De'Mer, pero antes, dicho paladín mantuvo ciertas palabras con aquel ser:

- ¡Tú!, maldito bastardo. - Aclaró el paladín.
- Ah... Léohast... Cuanto... tiem...po... . . Contestó el Caballero Oscuro mostrando cierta dificultad al gesticular palabra alguna.
- ¿Que haces aquí maldito engendro? . – Preguntó el paladín.
- La... pregunta es... ¿Que haces... tu aquí?... . – Preguntó el ser Oscuro.

El paladín, apretó un pequeño interruptor de un artefacto que escondía disimuladamente en su bolsillo, un comunicador por si algo le ocurriera. De forma inesperada, el humano y la elfa se lanzaron contra el paladín, en el que éste en un certero movimiento, paralizó y rasgó la espalda de ambos, hiriéndolos al instante mientras que caían suspendidos en el húmedo camino.
Unos extraños rayos comenzaron a salir de la espada del Umbrío, a la vez que poco a poco su aliento iba haciéndose mas frío. El paladín se lanzó hacia el Umbrío con la intención de propinarle una fuerte estocada, pero un ágil movimiento logró evitar dicha estocada. Tras un duro y largo combate, el paladín cayó al suelo derrotado, inconsciente por numerosas heridas a causa de la terrible espada Lhin De’Mer.

Sucedido esto, una figura rápida y veloz, al parecer algún pícaro, se dejó ver entre la oscuridad, acercándose al paladín, mientras el Umbrío le decía lo siguiente:

- Elower...llévatelo a la torre... El Sin'Dorei espera con las runas... Él os invocará... . - Afirmó el Umbrío.
- Bien, te esperaré en la torre. - Dijo el pícaro.
- Bas...tardos... ¿Que queréis? – Preguntó el paladín mientras se despertaba malherido.
- ¿Ya te has despertado? Ahora, sufrirás un terrible dolor. - Respidió el pícaro mientras subía al paladín malherido a lomos de su jinete.

Sucedido esto, todos marcharon hacia un pequeño campamento bajo una montaña cubierta por una nube oscura. En dicho campamento, un Sin'Dorei comenzó a pulverizar extrañas runas alrededor de todos ellos.
Una chispa, luego un espeso humo azul hizo desaparecer a los malhechores y al paladín, apareciendo al instante en lo alto de la montaña.
El paladín parecía desorientado, fruto de lo que habían visto sus ojos. Rápidamente continuaron por el sendero de la montaña, hasta llegar a la gran torre, Legh'Valot.
Un brujo que esperaba, les abrió la puerta de dicha torre, que esta parecía hecha de mithril, al igual que contenía extrañas runas mágicas en ambas esquinas de la puerta.

Una vez dentro, de nuevo el brujo cerró la puerta, mientras, en el interior de la torre se parecía respirar un extraño hedor, al igual que se podía apreciar en mitad de la sala, el inmenso esqueleto proveniente de alguna criatura de tierras lejanas.
El pícaro, sujetó al paladín con fuerza y lo llevó a una pequeña celda algo desgastada con varios esqueletos en su interior.
El pícaro, hizo sentar al paladín en una vieja silla de madera que se encontraba en la celda. Hecho esto, registró al paladín quitándole sus armas y armaduras, hallando un comunicador propio de los miembros del Alba de Plata, ya que últimamente había aumentado el número de secuestros en la zona.

Elower, entregó el comunicador al Umbrío, subiendo este arriba de la torre. El pícaro, algo mas seguro tras desarmar al paladín, le ató las piernas y manos, luego, le vendó los ojos y le tapó la boca con un viejo paño de seda, de igual modo que le ató a la silla, quedando completamente inmovilizado.

Mientras, el Umbrío le daba el comunicador al brujo Xylem, encargado de la torre. La sala disponía de brujos Sin'Dorei y Kaldorei corrompidos por el odio, acólitos y algún guardia contratado por Elower. Mientras, abajo parecía batirse una charla:

- Pronto conocerás el motivo por el que estas aquí. - Afirmó el pícaro.
- Elower, debemos darnos prisa, todo ha funcionado. El comunicador ha atraído al draenei, nuestros espías informan que se encuentra cruzando el puente que conecta Vallefresno con Azshara. - Dijo uno de los brujos.
- Bien... Serges… Eres nuestro... . – Susurró Elower.

Dicho esto, el pícaro rápidamente avisó al Umbrío, marchando ambos de nuevo hacia los siniestros bosques de Azshara, quedando el paladín custodiado por numerosos guardias.

De nuevo, ambos seres acechaban entre la oscuridad de la noche, pronto avistaron al draenei. Desde lo alto de una colina, el Umbrío acechaba, el draenei puedo distinguir la silueta entre la oscuridad con dificultad, solo alguien que le conoce lograría distinguirlo. El Umbrío lanzó una malévola carcajada mientras Elower apareció ante los ojos del draenei, justo al lado suya, sacando sus armas ambos y luchando cada uno por sus vidas, mientras el Umbrío observaba concentradamente, el sabor de la muerte, la forma en que dos mortales luchan por su vida desesperadamente.

Tras un duro combate, las armas del pícaro atravesaron los brazos del draenei, cayendo este inerte al suelo envenenado por un enemigo altamente letal. Sin embargo, se podía apreciar con claridad una extraña luz rojiza proveniente de algún espíritu, que rondaba alrededor del cuerpo del draenei... .
De igual modo que el paladín, llevaron al draenei llamado Serges, a la torre, esta vez encerrándolo en una celda algo mas grande que la otra debido al salvajismo de tal bestia. Ambas víctimas sentían que estaban cerca, sabían que pronto estarían a salvo. De nuevo, el pícaro ató y registró al draenei, esta vez, algo mas rápido, mientras el Umbrío esperaba impaciente. Una vez indefenso, arrastraron al draenei justo al lado de la celda de Léohast, en lo que afirmaron lo siguiente:

- Quítales...el paño de la boca... . - Dicho esto Elower extrajo con fuerza el paño de ambos.
- ¡No te atrevas a tocar a Serges maldito!. - Exclamó Léohast.
- Será fácil... Solo tienes que comentarme lo que sepas ante tal objeto de la divinidad... - Dice el Umbrío mientras suelta una malévola carcajada.
- No sé de que me hablas... . - Afirma el paladín.
- Que así sea... . - Añade el Umbrío mientras se acerca al paladín y le asesta varios golpes en la cabeza contra la espaldera de la silla.
- ¿Eso es todo lo que puedes hacer? . – Preguntó el paladín.

Dicho esto, El umbrío volvió a cerrar la celda, indicando a Elower que sujetara al draenei con fuerza, subiendo éste a lo alto de la torre, cogiendo una cadena bastante extensa. Dicho Caballero Oscuro apretó fuertemente la cadena en el cuello de dicho draenei haciendo que este comenzara a ahogarse. Sujetó el otro extremo de la cuerda y lo encadenó a una de las barandillas, hecho esto, se entabla la siguiente conversación:

- Esta... Será tu última oportunidad... . - Afirma el Umbrío.
- ¡No te tengo miedo bastardo!. - Exclamó el paladín.
- Bien... Que así sea... . - Añadió Supvioca mientras ordenó a Elower que empujara al draenei al vacío.
- Ja...más... Lo... con..seguirás... . - Afirmó el draenei mientras era ahorcado vilmente.
- Mi paciencia se agota... . - Añadió Supvioca mientras comenzaba a sentir una ligera presión proveniente de su espada.
- Déjame ocuparme a mi Caballero Umbrío. - Añadió Elower.
- Bien... Adelante... Ah... Sube a esta engendra bestia antes de que se ahogue. – Dijo el Caballero Oscuro mientras señala al draenei.

Tras largas horas de tortura, en el exterior, parecía que El Alba de Plata había recibido la señal que envió Léohast, enviando a uno de sus rastreadores y descubriendo el lugar. Algunos de los acólitos del Umbrío ya habían bajado al bosque para entablar combate con ellos, la batalla era inminente.

Mientras, en la torre, el Umbrío indicó a Elower que subiera al draenei a lo alto de la torre, ya que parecían dispuestos a no hablar. Una vez en lo alto de la torre, tumbaron al draenei, atándolo con cadenas en la madera del suelo. Uno de los brujos le entregó al Umbrío un vial con un ácido, que lo arrojó brutalmente contra el rostro del draenei, mientras que la piel de su rostro ardía por dicha sustancia.

De nuevo, aquel extraño espíritu parecía interferir en el draenei, y el Caballero Oscuro podía sentir como el Alba de Plata se acercaba rápidamente, en cuestión de horas habrían hallado la forma de entrar en la torre. Desde lo alto de dicha torre, se podía observar como Rëena, acompañada por la guerrera Akakia intentaban buscar la forma de acceder a dicha montaña.

El cuerpo del Umbrío rebosaba ira, su espada comenzaba a emitir fuertes rayos en la sala, mientras un fuerte dolor parecía azotarle por dentro, un dolor que le estaba haciendo cambiar de forma... . Se podía admirar fácilmente como dicha espada cobraba un frío gélido más abrumador de lo normal, de nuevo, una fuerte onda expansiva de escarcha azotó la sala, perforando el cuerpo de algunos brujos que merodeaban por la torre. El draenei observaba tal escena, mientras era sujetado por el pícaro.
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