Sobre algún lugar de Azeroth, se encontraba el desaparecido paladín del Alba de Plata Léohast, que estaba siendo buscado por todos los rincones mas remotos de todo Azeroth.
Sin embargo, en unas viejas catacumbas custodiadas por las terribles Nagas, se podía sentir el hedor propio de los siervos del Umbrío, que en el interior de una vieja y deteriorada celda, se hallaba con un aspecto desolado del dolor, el desaparecido paladín Léohast. En el interior de dicha celda, el Umbrío parecía hablar con él, pronto se acercaría el fin de dicho paladín.
Aún así, se negaba a hablar, no gesticularía palabra alguna sobre dicho objeto divino, no mientras el secreto permanezca bajo su dominio. El Umbrío, sumergido en una furia descomunal, objetó lo siguiente:
- Si tu decisión es no hablar… Que así sea… . – Confirmó el Umbrío.
- ¡Podéis acabar conmigo, pero el secreto jamás saldrá de mi boca asqueroso engendro!, vuestros actos no quedaran impunes cuando te atrapen desgraciado. – Exclamó el paladín muy alterado.
- No pierdas fuerzas mortal… La necesitarás… . – Objetó el Umbrío mientras le daba la orden a Elower que volviera a atar y a vendar ojos y boca al paladín.
Dicho esto, montaron al paladín a lomos del caballo, ocultándolo por unas oscuras mantas.
Cabalgaron hacia las desoladas tierras de la peste, el paladín ya podía sentir el hedor que desprendía esas tierras infectadas de No-Muertos. Poco a poco, se podía observar con claridad como se acercaban a Cattel Darrow, de nuevo volverían a pisar dicha fortaleza maldita.
El Umbrío, ya podía sentir el sonido de los necrófagos del interior de Sholomance, mientras que observaba como todo el interior de la fortaleza se encontraba desolada, un inmenso número de cadáveres indicaba las innumerables torturas que se llevaron a cabo en tal lugar.
Una vez frente al castillo de Castel Darrow, desmontaron de sus monturas, haciendo bajar al paladín que se encontraba prácticamente desnudo, solo unos viejos pantalones destrozados por la tortura cubría al paladín.
Una vez dentro, el Umbrío se colocó frente a la agrietada puerta de Sholomance, nombrando unas palabras en el idioma de los muertos, haciendo que dicha puerta se abriera de forma precipitada.
El Umbrío, compuso una pequeña risa entre su putrefacto rostro oculto por la máscara que cubría tal demacrado rostro.
Elower, agarró al paladín del brazo arrastrándolo hasta la entrada de Sholomance:
- ¡Malditos engendros! ¡Acabaré con vosotros ya sea en esta vida, o en la otra! . – Exclamó el paladín.
- Te espera… Una muerte dolorosa… Tu insensatez te llevó a la… Muerte… . – Dijo el Umbrío mientras daba la orden a Elower de que arrojara al paladín al interior del recinto.
Dicho esto, Elower propinó una fuerte patada en la espalda al paladín, haciéndole caer de manera precipitada por las escaleras. Mientras, el Umbrío y Elower volvieron a salir de la entrada de aquel lugar cerrando la puerta al instante, abandonando Castel Darrow rápidamente, mientras se podía oír sin dificultad como los necrófagos desgarraban carne humana… .
Tema: El Secreto Continúa Sellado. 
Vie Mayo 14, 2010 10:44 am
