Oblitus Umbra La sede del nuevo legado maligno |
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| Capítulo I: Mitos | |
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Briand
Mensajes : 49 Fecha de inscripción : 14/05/2010 Edad : 32 Localización : Las Palmas de Gran Canaria
| Tema: Capítulo I: Mitos Vie Mayo 21, 2010 11:29 pm | |
| Los Titanes y la formación del universo
Nadie sabe cómo comenzó exactamente el universo. Algunos teorizan que una explosión cósmica catastrófica envió a los infinitos mundos a la inmensidad de la Gran Oscuridad; mundos que un día serían el hogar de una maravillosa y terrible diversidad de formas de vida. Otros creen que una única entidad todopoderosa creó el universo. Aunque los orígenes exactos del caótico universo son inciertos, es seguro que una raza de seres poderosos se alzó para traer estabilidad a los distintos mundos y asegurar un futuro seguro para los seres que seguirían sus huellas.
Los titanes, colosales dioses de piel metálica de los lejanos confines del cosmos, exploraron el recién nacido universo y se pusieron a trabajar en los mundos que encontraron. Dieron forma a los mundos levantando grandes montañas y excavando profundos océanos. Respiraron y dieron vida a cielos y furiosas atmósferas. Todo fue parte de su plan insondable y a largo plazo para crear orden a partir del caos. Llegaron incluso a dar poder a razas primitivas para cuidar sus obras y mantener la integridad de sus respectivos mundos.
Gobernados por una secta de élite conocida como el Panteón, los titanes pusieron orden en cien millones de mundos repartidos a lo largo de la Gran Oscuridad del Más Allá durante las primeras eras de la creación. El benevolente Panteón, que buscaba salvaguardar a estos mundos estructurados, siempre estuvo atento ante la amenaza de los ataques de las viles entidades extradimensionales del Vacío Abisal. El Vacío, una dimensión etérea de magias caóticas que conecta la miríada de mundos del universo, era el hogar de un número infinito de seres demoníacos maléficos cuyo único deseo era destruir la vida y devorar las energías del universo vivo. Incapaces de concebir cualquier mal o perversidad en cualquier forma, los titanes lucharon por encontrar una forma de acabar con la constante amenaza de los demonios. | |
| | | Briand
Mensajes : 49 Fecha de inscripción : 14/05/2010 Edad : 32 Localización : Las Palmas de Gran Canaria
| Tema: Re: Capítulo I: Mitos Vie Mayo 21, 2010 11:33 pm | |
| Sargeras y la traición
Con el paso del tiempo, entidades demoníacas se abrieron paso hasta los mundos de los titanes desde el Vacío Abisal y el Panteón escogió a su mejor guerrero, Sargeras, para actuar como su primera línea de defensa. Sargeras, un noble gigante de bronce fundido, realizó esta tarea durante incontables milenios, buscando y destruyendo a estos demonios allá donde los encontraba. Con el paso de los eones, Sargeras se encontró con dos poderosas razas demoníacas, ambas dedicadas a ganar poder y control sobre el universo físico.
Los eredar, una raza insidiosa de hechiceros diabólicos, utilizaban sus poderes de brujo para invadir y esclavizar mundos. Las razas indígenas de estos mundos eran mutadas por los malévolos poderes de los eredar y convertidas en demonios. Aunque los poderes casi ilimitados de Sargeras eran más que suficiente para derrotar a los viles eredar, le preocupaba mucho la corrupción y el mal que consumía a estas criaturas. Incapaz de comprender tal depravación, el gran titán comenzó a sumirse en una profunda depresión. A pesar de su creciente malestar, Sargeras libró al universo de los brujos atrapándolos en una esquina del Vacío Abisal.
Mientras su confusión y miseria se hacían más profundas, Sargeras se vio obligado a enfrentarse a otro grupo que quería alterar el orden de los titanes: los Nathrezim. Esta raza oscura de demonios vampíricos (también conocidos como Señores del Terror) conquistó varios mundos poblados poseyendo a sus habitantes y haciéndolos caer en la sombra. Los corruptos y manipuladores Señores del Terror enfrentaron a naciones entre ellas manipulándolas para que cayeran en el odio y la desconfianza. Sargeras derrotó a los Nathrezim con facilidad, pero su corrupción le afectó mucho.
A medida que la duda y la desesperación abrumaban los sentidos de Sargeras, fue perdiendo la fe no solo en su misión, sino también en la visión de los titanes de un universo ordenado. Al final llegó a pensar que el propio concepto de orden era absurdo, y que el caos y la depravación eran los únicos absolutos dentro del universo, oscuro y solitario. Sus compañeros titanes intentaron sacarlo de su error y calmar sus fogosas emociones, pero rechazó sus creencias más optimistas como falsas ilusiones. Abandonando sus filas para siempre, Sargeras se marchó en busca de su propio lugar en el universo. Aunque el Panteón estaba triste por su partida, nunca pudieron haber predicho cuán lejos llegaría su hermano.
Para cuando su locura había consumido los últimos vestigios de su valeroso espíritu, creía que los propios titanes eran los responsables del error de la creación. Decidido, al fin, a deshacer su obra a lo largo del universo, decidió crear un ejército imparable que haría arder el universo físico. Incluso su forma titánica se distorsionó por la corrupción que inundaba su antiguo noble corazón. Sus ojos, pelo y barba estallaron en llamas, y su piel metálica de bronce se partió para mostrar un horno infinito de ardiente odio.
En su furia, Sargeras destrozó las prisiones de los eredar y los Nathrezim y dejó libres a los terribles demonios. Estas astutas criaturas se postraron ante la enorme rabia del titán oscuro y se ofrecieron a servirle de la maliciosa manera que pudieran. De las filas de los poderosos eredar, Sargeras escogió a dos campeones para dirigir su demoníaco ejército de destrucción. Kil'jaeden el Impostor fue escogido para buscar a las razas más oscuras del universo y reclutarlas para las filas de Sargeras. El segundo campeón, Archimonde el Rapiñador, fue escogido para liderar en la batalla a los enormes ejércitos de Sargeras contra aquellos que osasen resistirse a la voluntad del titán.
El primer movimiento de Kil'jaeden fue esclavizar a los vampíricos Señores del Terror bajo su terrible poder. Los Señores del Terror le servían de agentes personales a lo largo del universo y se complacían localizando razas primitivas para que su amo las corrompiera y las arrastrase a su causa. El primero entre los Señores del Terror era Tichondrius el Ensombrecedor. Tichondrius era el soldado perfecto de Kil'jaeden y estaba de acuerdo en llevar la ardiente voluntad de Sargeras a todos los oscuros rincones del universo.
El poderoso Archimonde también fortaleció a sus propios agentes. Recurriendo a los maléficos señores del foso y su salvaje líder, Mannoroth el Destructor, Archimonde esperaba crear una élite de guerreros que exterminarían a toda la vida de la creación. Una vez que Sargeras vio que sus ejércitos estaban reunidos y listos para seguir todas sus órdenes, lanzó a sus rabiosas fuerzas a la inmensidad de la Gran Oscuridad. Llamó a su creciente ejército la Legión Ardiente. Aún hoy no está claro cuántos mundos consumieron y quemaron en su impía Cruzada Ardiente por el universo. | |
| | | Briand
Mensajes : 49 Fecha de inscripción : 14/05/2010 Edad : 32 Localización : Las Palmas de Gran Canaria
| Tema: Re: Capítulo I: Mitos Vie Mayo 21, 2010 11:37 pm | |
| Los Dioses Antiguos y el orden de Azeroth
Ignorando la misión de Sargeras de deshacer sus incontables trabajos, los titanes siguieron moviéndose de mundo a mundo, dando forma y poniendo orden en cada uno como creían adecuado. A lo largo de su viaje se encontraron con un pequeño mundo al que sus habitantes llamarían, más adelante, Azeroth. Mientras los titanes se abrían paso por su paisaje primordial, se encontraron con un número de seres elementales hostiles. Estos elementales, que adoraban a una raza de seres infinitamente malvados conocidos como los dioses antiguos, juraron hacer retroceder a los titanes y mantener a su mundo libre del toque metálico de los invasores.
El Panteón, preocupado por la inclinación hacia el mal de los dioses antiguos, luchó contra los elementales y sus oscuros amos. Los ejércitos de los dioses antiguos estaban liderados por los tenientes más poderosos de los elementales: Ragnaros el Señor de Fuego, Therazane la Madre Pétrea, Al'Akir el Señor del Viento y Neptulon el Cazamareas. Sus caóticas fuerzas se alzaron sobre la superficie del mundo y chocaron con los colosales titanes. Aunque los elementales eran poderosos más allá de la comprensión mortal, sus fuerzas combinadas no podían detener a los poderosos titanes. Uno a uno, los señores elementales fueron cayendo y sus fuerzas se dispersaron.
El Panteón destrozó las ciudadelas de los antiguos dioses y encadenó a los cinco malvados dioses bajo la superficie del mundo. Sin el poder de los dioses antiguos para mantener sus fogosos espíritus vinculados al mundo físico, los elementales fueron expulsados a un plano abisal, donde deberían luchar unos contra otros por toda la eternidad. Con la salida de los elementales, la naturaleza se calmó y el mundo se dirigía hacia una pacífica armonía. Los titanes vieron que se había contenido la amenaza y comenzaron a trabajar.
Otorgaron fuerzas a varias razas para ayudarlas a dar forma al mundo. Para ayudarlos a excavar las insondables cavernas bajo la tierra, crearon a los terráneos, parecidos a los enanos, a partir de piedra viviente mágica. Para asistirlos a drenar los mares y elevar la tierra del fondo marino, crearon a los inmensos pero amables gigantes marinos. Los titanes durante muchos años movieron y dieron forma al mundo, hasta que al fin quedó un continente perfecto. En su centro, crearon un lago de centelleantes energías. El lago, al que llamaron Pozo de la Eternidad, estaba destinado a ser la fuente de la vida en el mundo. Sus poderosas energías alimentarían los huesos del mundo y darían energía a la vida para que echase raíces en el rico suelo de la tierra. Con el paso del tiempo, plantas, árboles, monstruos y criaturas de todo tipo comenzaron a prosperar en el primordial continente. Cuando cayó el ocaso del último día de su labor, los titanes llamaron al continente Kalimdor: "tierra de eterna luz de las estrellas". | |
| | | Briand
Mensajes : 49 Fecha de inscripción : 14/05/2010 Edad : 32 Localización : Las Palmas de Gran Canaria
| Tema: Re: Capítulo I: Mitos Vie Mayo 21, 2010 11:40 pm | |
| Encomienda a los Vuelos
Satisfechos de que el pequeño mundo hubiera sido ordenado y su trabajo completado, los titanes se prepararon para marcharse de Azeroth. Sin embargo, antes de marcharse, encomendaron a las mayores especies del mundo la tarea de vigilar Kalimdor, por si cualquier fuerza amenazaba su tranquilidad perfecta. En esa época había muchos vuelos. Pero ya había cinco que dominaban a los demás. Fue a estos cinco a los que los titanes encargaron la tarea de ser los pastores del floreciente mundo. Los miembros superiores del Panteón imbuyeron con una porción de su poder a cada uno de los líderes de los vuelos. Estos majestuosos dragones se llegarían a conocer como los Grandes Aspectos o los Aspectos Dragones.
Aman'Thul el Alto Padre del Panteón entregó una porción de su poder cósmico al enorme dragón de bronce, Nozdormu. Lo hizo para que protegiera el propio tiempo y vigilase el siempre cambiante curso del futuro y el destino. Y así, el estoico y honorable Nozdormu empezó a ser conocido como el Atemporal.
Eonar, la titán patrona de toda clase de vida, le dio una porción de su poder a Alexstrasza, la leviatán roja. A partir de entonces, sería conocida como la Protectora y se dedicaría a salvaguardar a todas las criaturas vivas del mundo. Debido a su sabiduría suprema e ilimitada compasión por todas las cosas vivas, Alexstrasza fue coronada la Dragonqueen y obtuvo el mando sobre su raza.
Eonar también bendijo a la hermana menor de Alexstrasza, la ágil dragona verde Ysera, con una porción de influencia natural. Ysera cayó en un trance eterno, vinculada al recién nacido Sueño de la Creación. Conocida como la Soñadora, vigilaría la creciente espesura del mundo desde su frondoso reino, el Sueño Esmeralda.
Norgannon, el guardián del saber titán y maestro de la magia, le concedió al dragón azul Malygos una parte de su enorme poder. Desde entonces, se lo conocería como el Tejechizos, el guardián de la magia y los arcanos ocultos.
Khaz'goroth, el titán que daba forma y forjaba el mundo, le otorgó parte de su amplio poder al poderoso wyrm negro Neltharion. A Neltharion, conocido a partir de entonces como el Guardián de la Tierra, se le dio dominio sobre la tierra y los lugares profundos del mundo. Representaba la fuerza del mundo y era el mayor seguidor de Alexstrasza.
Habiendo recibido tal poder, a los Cinco Aspectos se les encomendó la misión de defender al mundo en la ausencia de los titanes. Con los dragones preparados para salvaguardar su creación, los titanes dejaron Azeroth para siempre. Por desgracia, solo era cuestión de tiempo el que Sargeras descubriera la existencia de este mundo recién nacido... | |
| | | Briand
Mensajes : 49 Fecha de inscripción : 14/05/2010 Edad : 32 Localización : Las Palmas de Gran Canaria
| Tema: Re: Capítulo I: Mitos Vie Mayo 21, 2010 11:43 pm | |
| El despertar del mundo y el Pozo de la Eternidad
Diez mil años antes de que los orcos y los humanos se enfrentasen en la Primera Guerra, el mundo de Azeroth estaba formado por un único y enorme continente, rodeado por el mar. Esta masa de tierra, conocida como Kalimdor, era el hogar de numerosas y dispares razas y criaturas, todas compitiendo por sobrevivir a los salvajes elementos del mundo que despertaba. En el centro del oscuro continente había un misterioso lago de incandescentes energías. El lago, que más adelante sería llamado el Pozo de la Eternidad, era el verdadero corazón de la magia y poder natural del mundo. Absorbiendo sus energías de la Gran Oscuridad infinita de más allá del mundo, el Pozo actuaba como una fuente mística, enviando sus potentes energías a todo el mundo para nutrir con vida en todas sus maravillosas formas.
Con el tiempo, una tribu primitiva de humanoides nocturnos se abrió paso con cautela hasta las costas del fascinante lago encantado. Los salvajes humanoides nómadas, atraídos por las extrañas energías del Pozo, construyeron casas primitivas cerca de sus tranquilas costas. Con el paso del tiempo, el poder cósmico del Pozo les afecto, haciéndolos más fuertes, sabios y virtualmente inmortales. La tribu adoptó el nombre de Kaldorei, que quiere decir "hijos de las estrellas" en su lengua nativa. Para celebrar el nacimiento de su ciudad, construyeron grandes estructuras y templos alrededor de la periferia del lago.
Los Kaldorei, o elfos de la noche, como serían conocidos más tarde, adoraban a la diosa de la luna Elune y creían que durante las horas diurnas, dormía en las brillantes profundidades del Pozo. Los primeros sacerdotes y profetas elfos de la noche estudiaron el Pozo con una curiosidad insaciable, con la intención de comprender por completo todos sus secretos y poder. A medida que su sociedad crecía, exploraban la amplitud de Kalimdor y se encontraron con sus otros habitantes. Las únicas criaturas que les hicieron parar fueron los antiguos y poderosos dragones. Las grandes bestias serpentinas solían ser solitarias, pero hicieron mucho para salvaguardar las tierras conocidas de amenazas potenciales. Los elfos de la noche descubrieron que los dragones se tenían a sí mismos como los protectores del mundo y estuvieron de acuerdo en que lo mejor era dejarlos a ellos, y a sus secretos, tranquilos.
Con el paso del tiempo, la curiosidad de los elfos de la noche los llevó a conocer y trabar amistad con varias entidades poderosas, y una de ellas era Cenarius, un poderoso semidiós de las tierras boscosas primordiales. El generoso Cenarius se encariñó con los inquisitivos elfos de la noche y pasó mucho tiempo enseñándoles cosas sobre el mundo natural. Los tranquilos Kaldorei desarrollaron una fuerte empatía hacia los bosques vivientes de Kalimdor y se deleitaban con el harmonioso equilibrio de la naturaleza.
A medida que iban pasando los aparentemente interminables años, la civilización de los elfos de la noche se expandía, tanto territorial como culturalmente. Sus templos, caminos y asentamientos se extendían por todo el continente oscuro. Azshara, la hermosa y dotada reina de los elfos de la noche, construyó un enorme y maravilloso palacio en la orilla del Pozo, y dentro de sus enjoyados salones vivían sus sirvientes predilectos. Sus sirvientes, a los que llamaba los Quel'dorei o "altonatos", obedecían todas sus ordenes y se creían superiores al resto de su raza. Aunque la reina Azshara era apreciada por igual por todo su pueblo, el resto de elfos de la noche envidiaba y despreciaba en secreto a los altonatos.
Compartiendo la curiosidad de los sacerdotes hacia el Pozo de la Eternidad, Azshara ordenó a los altonatos que descubrieran todos sus secretos y revelasen su verdadero propósito en el mundo. Ellos se encerraron en su trabajo y estudiaron el Pozo sin cesar. Con el tiempo, desarrollaron la facultad de manipular y controlar las energías cósmicas del Pozo. A medida que sus experimentos progresaban, los altonatos descubrieron que podían usar sus poderes recién descubiertos para crear o destruir según su voluntad. Los incautos altonatos se habían topado con la magia primitiva y estaban decididos a dedicarse a dominarla. Aunque estaban de acuerdo en que la magia era inherentemente peligrosa si se usaba de forma irresponsable, Azshara y sus altonatos comenzaron a practicar su hechicería con un temerario abandono. Cenarius y muchos ancianos sabios elfos de la noche les advirtieron de que jugar con las claramente volátiles artes de la magia solo daría como resultado calamidades. Pero incluso entonces, Azshara y sus seguidores siguieron expandiendo tercamente sus florecientes poderes.
A medida que éstos crecían, comenzó a producirse un cambio evidente en Azshara y los altonatos. La arrogante y distante clase alta fue volviéndose cada vez más insensible y cruel hacia sus compañeros elfos de la noche. Un oscuro y profundo paño cubrió la antigua belleza cegadora de Azshara. Comenzó a apartarse de sus amados súbditos y se negó a tratar con aquellos que no fueran sus sacerdotes altonatos de confianza.
Un joven erudito, llamado Malfurion Tempestira, que había pasado gran parte de su tiempo estudiando las primitivas artes de los druidas, comenzó a sospechar que un terrible poder estaba corrompiendo a los altonatos y a su amada reina. Aunque no podía saber el mal que estaba por llegar, era consciente de que los elfos de la noche pronto cambiarían para siempre... | |
| | | Briand
Mensajes : 49 Fecha de inscripción : 14/05/2010 Edad : 32 Localización : Las Palmas de Gran Canaria
| Tema: Re: Capítulo I: Mitos Vie Mayo 21, 2010 11:48 pm | |
| La Guerra de los Ancestros
El imprudente uso de la magia de los altonatos enviaba ondas de energía que descendían en espiral por el Pozo de la Eternidad y llegaban a la Gran Oscuridad Más Allá. Y terribles mentes extrañas sintieron el flujo de ondas de energía. Sargeras, el Gran Enemigo de toda vida, el Destructor de Mundos, sintió las poderosas ondas y fue atraído a su lejano punto de origen. Al espiar el mundo primordial de Azeroth y sintiendo las ilimitadas energías del Pozo de la Eternidad, Sargeras fue consumido por un hambre insaciable. El gran dios oscuro del Vacío sin nombre decidió destruir a ese floreciente mundo y reclamar sus energías.
Sargeras reunió a su enorme Legión Ardiente y se abrió camino hacia el desprevenido mundo de Azeroth. La Legión la formaban millones de aullantes demonios, todos arrastrados de los lejanos confines del universo y hambrientos de conquista. Los tenientes de Sargeras, Archimonde el Rapiñador y Mannoroth el Destructor, prepararon a sus esbirros demoníacos para el ataque. La reina Azshara, abrumada por el terrible éxtasis de su magia, cayó víctima del innegable poder de Sargeras y le permitió entrar en su mundo. Incluso sus sirvientes altonatos se entregaron a la inevitable corrupción de la magia y comenzaron a adorar a Sargeras como su dios. Para demostrarle su lealtad a la Legión, los altonatos ayudaron a su reina a abrir un enorme y retorcido portal en las profundidades del Pozo de la Eternidad.
Una vez que todos los preparativos estuvieron listos, Sargeras comenzó su catastrófica invasión de Azeroth. Los demonios guerreros de la Legión Ardiente asaltaron el mundo a través del Pozo de la Eternidad, asediando las ciudades dormidas de los elfos de la noche. Liderada por Archimonde y Mannoroth, la Legión se precipitó en masa sobre las tierras de Kalimdor, dejando solo a su paso ceniza y dolor. Los brujos demonio invocaron ardientes infernales, que se estrellaron como meteoritos sobre las gráciles torres de los templos de Kalimdor. Un grupo de ardientes asesinos sedientos de sangre conocidos como la Guardia apocalíptica marchó sobre los campos de Kalimdor, masacrándolo todo a su paso. Manadas de canes manáfagos asolaron el campo sin oposición. Aunque los valientes guerreros Kaldorei se apresuraron a defender su antigua tierra natal, se vieron obligados a ceder terreno, metro a metro, ante la furia del asalto de la Legión.
Sobre Malfurion Tempestira recayó el deber de encontrar ayuda para su acosado pueblo. Tempestira, cuyo propio hermano Illidan practicaba la magia de los altonatos, estaba indignado por la creciente corrupción entre la clase superior. Convenció a Illidan para que abandonase su peligrosa obsesión y se marcharon para encontrar a Cenarius y reunir una fuerza de resistencia. La hermosa y joven sacerdotisa Tyrande accedió a acompañar a los hermanos en el nombre de Elune. Aunque Malfurion e Illidan compartían el amor por la idealista sacerdotisa, el corazón de ésta solo pertenecía a Malfurion. Illidan estaba resentido por el incipiente romance de su hermano con Tyrande, pero sabía que su pena no era nada comparada con el dolor de su adicción a la magia.
Illidan, que se había vuelto dependiente de las energías mágicas, luchaba por mantener el control ante su casi irresistible ansia de absorber las energías del Pozo una vez más. Sin embargo, con el paciente apoyo de Tyrande, consiguió contenerse y ayudar a su hermano a encontrar al solitario semidiós, Cenarius. Éste, que vivía dentro de los sagrados Claros de la Luna del lejano Monte Hyjal, aceptó ayudar a los elfos de la noche a encontrar a los antiguos dragones y obtener su ayuda. Los dragones, liderados por la gran leviatán roja Alexstrasza, aceptaron enviar a sus poderosos vuelos a enfrentarse a los demonios y sus amos infernales.
Cenarius, reuniendo a los espíritus de los bosques encantados, congregó a un ejército de antiguos hombres árbol y los condujo ante la Legión en un atrevido asalto terrestre. A medida que los aliados de los elfos de la noche convergían en el templo de Azshara y el Pozo de la Eternidad, fue comenzando una guerra total. A pesar de la fuerza de sus recién encontrados aliados, Malfurion y sus colegas se dieron cuenta de que la Legión no podía ser derrotada únicamente mediante la fuerza de las armas.
Mientras la titánica batalla rugía en la capital de Azshara, la reina esperaba ansiosa la llegada de Sargeras. El señor de la Legión estaba preparándose para pasar a través del Pozo de la Eternidad y entrar al mundo asolado. Mientras su imposible y enorme sombra se iba acercando a la enfurecida superficie del Pozo, Azshara reunió a los más poderosos de entre sus seguidores altonatos. Solo si unían su magia para crear un hechizo podrían crear una entrada lo bastante grande para que Sargeras accediera.
Mientras la batalla rugía en los ardientes campos de Kalimdor, se desató un terrible giro de los acontecimientos. Los detalles se han perdido en el tiempo, pero se sabe que Neltharion, el Aspecto Dragón de la Tierra, enloqueció durante un combate crítico contra la Legión Ardiente. Comenzó a partirse mientras el fuego y la rabia surgían de su oscura piel. Renombrándose a sí mismo como Alamuerte, el dragón ardiente se volvió contra sus hermanos y expulsó del campo de batalla a los cinco vuelos.
La repentina traición de Alamuerte fue tan destructiva que los cinco vuelos no se recuperaron nunca del todo. Herida y sorprendida, Alexstrasza y los otros dragones nobles se vieron obligados a abandonar a sus aliados mortales. Malfurion y sus compañeros, superados ahora en número más allá de toda esperanza, apenas sobrevivieron a la embestida.
Malfurion, convencido de que el Pozo de la Eternidad era el cordón umbilical de los demonios con el mundo físico, insistió en que debía ser destruido. Sus compañeros, sabiendo que el Pozo era la fuente de su inmortalidad y sus poderes, estaban horrorizados por la temeraria idea. Pero Tyrande vio sabiduría en la teoría de Malfurion, así que convenció a Cenarius y a sus camaradas para asaltar el templo de Azshara y encontrar una forma de cerrar el Pozo para siempre. | |
| | | Briand
Mensajes : 49 Fecha de inscripción : 14/05/2010 Edad : 32 Localización : Las Palmas de Gran Canaria
| Tema: Re: Capítulo I: Mitos Vie Mayo 21, 2010 11:50 pm | |
| El Diluvio del mundo
Sabiendo que la destrucción del Pozo le impediría volver a usar la magia, Illidan, empujado por su egoísmo, abandonó al grupo y se dirigió a avisar a los altonatos del plan de Malfurion. Debido a la locura en la que había caído por su adicción y el agudo resentimiento hacia la relación de su hermano con Tyrande, Illidan no sintió remordimiento alguno por traicionar a éste y unirse a Azshara y sus seguidores. Illidan había jurado, por encima de todo, proteger el poder del Pozo por cualquier medio necesario.
Destrozado por la partida de su hermano, Malfurion llevó a sus compañeros al corazón del templo de Azshara. Pero cuando asaltaron la sala de audiencias principal, descubrieron a los altonatos en la mitad de su oscura invocación final. El hechizo comunal creaba un vórtice inestable de poder dentro de las turbulentas profundidades del Pozo. Mientras la ominosa sombra de Sargeras se acercaba más y más a la superficie, Malfurion y sus aliados se apresuraron a atacar.
Azshara, al haber recibido el aviso de Illidan, estaba más que preparada para ellos. Casi todos los seguidores de Malfurion cayeron ante el poder de la reina furiosa. Tyrande, intentando atacar a Azshara por detrás, fue cogida desprevenida por los guardias altonatos de la reina. Aunque lo eliminó, sufrió graves heridas a sus manos. Cuando Malfurion vio caer a su amada, entró en una rabia asesina y se decidió a acabar con la vida de Azshara.
Mientras la batalla rugía tanto dentro como fuera del templo, Illidan apareció de entre las sombras cerca de las orillas del gran Pozo. Creando una serie de viales especialmente diseñados, Illidan se arrodilló y llenó cada uno con las brillantes aguas del Pozo. Seguro de que los demonios aplastarían a la civilización de los elfos de la noche, planeaba robar las aguas sagradas y quedarse sus energías para sí mismo.
La batalla que tenía lugar entre Malfurion y Azshara hizo que todo el cuidadoso trabajo de los altonatos en su conjuro se volviera caótico. El vórtice inestable de las profundidades del Pozo explotó y desató una catastrófica cadena de sucesos que destrozarían al mundo para siempre. La descomunal explosión hizo temblar el templo hasta los cimientos y creó una serie de terribles terremotos que desgarraron la tierra. A medida que la horrible batalla entre la Legión y los aliados de los elfos de la noche continuaba alrededor y por encima de la capital en ruinas, el Pozo de la Eternidad se derrumbaba sobre sí mismo hasta colapsarse.
La catastrófica explosión resultante destrozó la tierra y borró los cielos.
Mientras los movimientos sísmicos de la implosión del Pozo estremecían los cimientos del mundo, los mares se apresuraron a rellenar la herida que había quedado en la tierra. Cerca del ochenta por ciento de la masa de Kalimdor había sido destruida, dejando solo un puñado de continentes separados rodeando al nuevo y furioso mar. En el centro del nuevo mar, donde se alzó el Pozo de la Eternidad, había una tumultuosa tormenta de furia oceánica y energías caóticas. Esta terrible herida, conocida como la Vorágine, nunca cesa en su furioso girar. Se convertiría en un recordatorio constante de la terrible catástrofe... y de la utópica era que se había perdido para siempre.
De alguna forma, y contra toda posibilidad, la reina Azshara y su élite de altonatos lograron sobrevivir a tamaña ordalía. Torturados y retorcidos por los poderes que habían liberado, fueron arrastrados bajo las aguas por la implosión del Pozo. Malditos, transformados, adoptaron nuevas formas y se convirtieron en los odiosos y serpentinos naga. La propia Azshara se expandió con el odio y la rabia, convirtiéndose en una enorme monstruosidad, que reflejaba la locura y la malicia que siempre habían estado ocultas en su corazón.
Allí, en las profundidades de la Vorágine, los naga construyeron su nueva ciudad, Nazjatar, desde la que reconstruirían su poder. Pasarían diez mil años antes de que mostrasen su existencia al mundo de la superficie. | |
| | | Briand
Mensajes : 49 Fecha de inscripción : 14/05/2010 Edad : 32 Localización : Las Palmas de Gran Canaria
| Tema: Re: Capítulo I: Mitos Vie Mayo 21, 2010 11:53 pm | |
| El Monte Hyjal y el obsequio de Illidan
Los escasos elfos de la noche que habían sobrevivido a la horrible explosión se reunieron sobre primitivas balsas y poco a poco se dirigieron hacia la única masa de tierra que tenían a la vista. De alguna forma, por la gracia de Elune, Malfurion, Tyrande y Cenarius habían sobrevivido al Gran Diluvio. Los agotados héroes aceptaron liderar a sus compatriotas supervivientes y crear un nuevo hogar para su pueblo. Mientras viajaban en silencio, contemplaron la destrucción de su mundo y se dieron cuenta de que sus pasiones habían acabado destruyendo todo lo que les rodeaba. Aunque Sargeras y su Legión habían sido expulsados del mundo por la destrucción del Pozo, Malfurion y sus compañeros ponderaban el terrible precio de la victoria.
Hubo muchos altonatos que sobrevivieron al cataclismo sin un rasguño. Lograron llegar a las costas de la nueva tierra junto al resto de los elfos de la noche. Aunque Malfurion desconfiaba de las motivaciones de los altonatos, estaba satisfecho con que no pudieran causar problemas reales sin las energías del Pozo.
Cuando la agotada masa de elfos de la noche llegó a las costas de la nueva tierra, descubrió que la montaña sagrada, Hyjal, había sobrevivido a la catástrofe. Buscando un nuevo hogar para sí mismos, Malfurion y los elfos de la noche escalaron las laderas de Hyjal y llegaron a su cima barrida por el viento. Mientras descendían al valle boscoso, situado entre los enormes picos de las montañas, descubrieron un pequeño lago tranquilo. Para su horror, vieron que las aguas del pozo habían sido contaminadas por la magia.
Illidan, que también había sobrevivido al Diluvio, había llegado a la cima de Hyjal mucho antes que Malfurion y los elfos de la noche. En su loca apuesta por mantener el flujo de la magia en el mundo, había vertido sus viales, que contenían las preciosas aguas del Pozo de la Eternidad, en el lago montañoso. Las poderosas energías del Pozo se encendieron rápidamente y se fusionaron en un nuevo Pozo de la Eternidad. El exultante Illidan, creyendo que el nuevo Pozo era un regalo para las generaciones futuras, se sorprendió cuando Malfurion lo cazó. Malfurion le explicó a su hermano que la magia era innatamente caótica y que su uso acabaría conduciendo, inevitablemente, a la expansión de la corrupción y la guerra. Pero ni así Illidan aceptó abandonar sus poderes mágicos.
Sabiendo bien a dónde acabarían llevando los implacables planes de Illidan, Malfurion decidió encargarse de su hermano, loco de poder, de una vez por todas. Con la ayuda de Cenarius, Malfurion selló a Illidan en un gran túmulo prisión subterráneo, donde permanecería encadenado y sin poderes hasta el fin de los tiempos. Para asegurar el encarcelamiento de su hermano, Malfurion nombró a la joven alcaide, Maiev Cantosombrío carcelera personal de Illidan.
Preocupados por que la destrucción del nuevo Pozo pudiera traer incluso una catástrofe mayor, los elfos de la noche decidieron dejarlo estar. Sin embargo, Malfurion declaró que nunca más volvería a practicar las artes mágicas. Bajo el atento ojo de Cenarius, comenzaron a estudiar las antiguas artes de los druidas, que les permitirían sanar a la castigada tierra y repoblar sus amados bosques en la base del Monte Hyjal. | |
| | | Briand
Mensajes : 49 Fecha de inscripción : 14/05/2010 Edad : 32 Localización : Las Palmas de Gran Canaria
| Tema: Re: Capítulo I: Mitos Vie Mayo 21, 2010 11:56 pm | |
| El Árbol del Mundo y el Sueño Esmeralda
Durante muchos años, los elfos de la noche trabajaron sin descanso para reconstruir lo que pudieron de su antigua tierra natal. Dejando que la foresta cubriera sus templos rotos y sus caminos, construyeron sus nuevos hogares entre los verdes árboles y sombrías colinas de la falda de Hyjal. Con el tiempo, los dragones que habían sobrevivido al gran Diluvio emergieron de sus moradas secretas.
Alexstrasza la roja, Ysera la verde y Nozdormu el broncíneo descendieron sobre los tranquilos claros de los druidas y observaron los frutos del trabajo de los elfos de la noche. Malfurion, que se había convertido en un archidruida de inmenso poder, dio la bienvenida a los poderosos dragones y les habló sobre la creación del nuevo Pozo de la Eternidad. Éstos se alarmaron al escuchar las oscuras noticias que especulaban con la idea de que mientras hubiera un Pozo, la Legión podría volver un día y asaltar al mundo de nuevo. Malfurion y los tres dragones hicieron un pacto: mantener a salvo al Pozo y asegurarse de que los agentes de la Legión Ardiente nunca encontrasen su camino de vuelta al mundo.
Alexstrasza, la Protectora, colocó una bellota encantada en el corazón del Pozo de la Eternidad. La bellota, activada por las poderosas aguas mágicas, brotó hasta ser un árbol colosal. Las fuertes raíces del árbol crecieron en las aguas del Pozo y su copa parecía llegar hasta el techo del cielo. El inmenso árbol sería un símbolo eterno del lazo de los elfos de la noche con la naturaleza y con el paso del tiempo sus energías vitales se expandirían y acabarían curando al resto del mundo. Los elfos de la noche llamaron a su Árbol del Mundo Nordrassil, que significa "la corona de los cielos" en su idioma.
Nozdormu, el Atemporal, colocó un encantamiento en el Árbol del Mundo para asegurarse de que mientras el árbol siguiera en pie, los elfos de la noche no envejecerían ni caerían presa de la enfermedad o la debilidad.
Ysera, la Soñadora, también encantó el Árbol del Mundo, uniéndolo con su propio reino, la dimensión etérea conocida como el Sueño Esmeralda. El Sueño Esmeralda, un mundo enorme y en constante cambio, existe fuera de los límites del mundo físico. Desde el Sueño, Ysera regulaba el flujo de la naturaleza y el camino evolutivo del mundo. Los druidas elfos de la noche, incluido el propio Malfurion, estaban unidos al Sueño mediante el Árbol del Mundo. Como parte del pacto místico, los druidas aceptaron dormir durante siglos seguidos, para que sus espíritus pudieran vagar por las infinitas sendas de los sueños de Ysera. Aunque los druidas estaban apenados por la idea de perder tantos años de su vida hibernando, aceptaron desinteresadamente cumplir el trato con Ysera. | |
| | | Briand
Mensajes : 49 Fecha de inscripción : 14/05/2010 Edad : 32 Localización : Las Palmas de Gran Canaria
| Tema: Re: Capítulo I: Mitos Vie Mayo 21, 2010 11:57 pm | |
| El exilio de los Altonatos
A medida que pasaban los siglos, la nueva sociedad de los elfos de la noche se fortaleció y expandió a lo largo del floreciente bosque al que llamarían Vallefresno. Muchas de las criaturas y especies que abundaban antes del Gran Diluvio, como los fúrbolgs y los jabaespines, reaparecieron y repoblaron la tierra. Bajo el benevolente liderazgo de los druidas, los elfos de la noche disfrutaron de una era de paz y tranquilidad sin precedente bajo la estrellas.
Sin embargo, muchos de los altonatos supervivientes comenzaron a inquietarse. Al igual que Illidan antes que ellos, cayeron víctimas del abandono por la pérdida de sus poderes mágicos. Se vieron tentados a utilizar las energías del Pozo de la Eternidad y regocijarse con sus prácticas mágicas. Dath'Remar, el impetuoso y franco líder de los altonatos, comenzó a mofarse de los druidas públicamente, llamándolos cobardes por negarse a usar la magia, que según decía, era suya por derecho. Malfurion y los druidas rechazaron sus argumentos y les advirtieron a los altonatos que cualquier uso de la magia podría penarse con la muerte. En un intento insolente y destinado al fracaso de convencer a los druidas de derogar su ley, Dath'Remar y sus seguidores liberaron una terrible tormenta mágica sobre Vallefresno.
Los druidas no se atrevieron a ejecutar a tantos de su raza, por lo que decidieron exiliarlos de sus tierras. Dath'Remar y sus seguidores, encantados de librarse al fin de sus conservadores primos, subieron a bordo de varias naves especialmente diseñadas e izaron velas hacia el mar. Aunque ninguno sabía qué les esperaba más allá de las aguas de la Vorágine, estaban ansiosos por crear su propia nación, donde podrían practicar la magia con impunidad. Los altonatos, o Quel'dorei, como Azshara los había bautizado en el pasado, acabaron llegando a la costa de la tierra oriental que los hombres llamarían Lordaeron. Planeaban construir su propio reino mágico, Quel'Thalas y rechazaron los preceptos de los elfos de la noche de adoración lunar y actividad nocturna. A partir de entonces, y para siempre, abrazarían el sol y se les conocería únicamente como elfos nobles. | |
| | | Briand
Mensajes : 49 Fecha de inscripción : 14/05/2010 Edad : 32 Localización : Las Palmas de Gran Canaria
| Tema: Re: Capítulo I: Mitos Sáb Mayo 22, 2010 12:00 am | |
| Las Centinelas y la gran vigilia
Con la marcha de sus descarriados primos, los elfos de la noche dirigieron su atención de vuelta a la protección de su encantada tierra natal. Los druidas, sintiendo que su tiempo de hibernación se acercaba, se prepararon para dormir y dejar a sus seres queridos y familias atrás. Tyrande, que se había convertido en la suma sacerdotisa de Elune, le pidió a su amado, Malfurion, que no la abandonase por el Sueño Esmeralda de Ysera. Pero éste, obligado por su honor a entrar en las cambiantes sendas del sueño, se despidió de la sacerdotisa y le juró que nunca estarían separados mientras fueran fieles a su amor.
Quedándose sola para proteger Kalimdor de los peligros del nuevo mundo, Tyrande reunió a una poderosa fuerza de combate de entre sus hermanas elfas de la noche. Estas altamente entrenadas y valientes mujeres guerreras, que se dedicaban a la defensa de Kalimdor serían conocidas como las Centinelas. Aunque preferían patrullar los sombríos bosques de Vallefresno por sí solas, tenían muchos aliados a los que podían acudir en tiempos de necesidad. El semidiós Cenarius estaba cerca, en los Claros de la Luna del Monte Hyjal. Sus hijos, conocidos como los Guardianes de la Arboleda, vigilaban de cerca a los elfos de la noche y a menudo ayudaban a las Centinelas a mantener la paz. Incluso las dríades, las tímidas hijas de Cenarius, aparecían con creciente frecuencia.
La tarea de vigilar Vallefresno mantuvo ocupada a Tyrande, pero sin Malfurion a su lado, conoció poca alegría. Mientras los largos siglos pasaban y los druidas dormían, sus temores a una segunda invasión demoníaca crecían. No podía quitarse de encima la sensación de que la Legión Ardiente podía estar todavía ahí fuera, más allá de la Gran Oscuridad del cielo, planeando su venganza con los elfos de la noche y el mundo de Azeroth. | |
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